Texto: Pepe Monforte
El pescao frito y la playa son pareja de hecho desde hace mucho tiempo. En la playa de Cádiz los freidores estuvieron presentes incluso con su cristal en donde se expone el pescado, uno de los rasgos característicos de estos establecimientos. Era allá por la segunda mitad del siglo XX cuando aún existían las casetas de la playa ahora genialmente convertidas en estuches para bombones por la empresa gaditana Pancracio. Ahora, ya en el siglo XXI, el freidor vuelve a la playa aunque lo hace de una manera renovada y bastante novedosa. El artífice es el empresario Raúl Cueto, el mismo que tiene otro chiringuito novedoso en las inmediaciones, el Nahu Beach y el que también regenta otro establecimiento con estilo propio en el Paseo Marítimo, Arsenio Manila.
Cueto conoce bien tanto el tema de los chiringuitos, como lo de vender pescado en la playa. Recuerda que su padre, Arsenio Cueto, lo tenía como uno de los atractivos de su establecimiento playero. Ahora él ensaya una nueva fórmula, un freidor, sin cristal donde se expone el pescado pero con otra figura llamativa para ponerlo, la del “rodizio”. El empresario señala que esta fórmula hostelera se explota con éxito en Portugal y en Brasil y se aplica, sobre todo, en asadores donde van saliendo distintos tipos de asados a la sala y el cliente escoge los que quiere, sin limitación de cantidad. Para hacerlo ha pagado un precio fijo. Es una variante del buffet, aunque más refinado.
En Pez frito la fórmula se aplica a las frituras. El pescado se puede comer a la forma tradicional, pidiéndolo por raciones o por medias raciones, pero si el cliente lo prefiere paga 12 euros y come el pescado frito que quiere. La fórmula sólo se aplica para mesas completas que pueden ser desde 2 a los comensales que sean. En el chiringuito hay incluso tres grandes mesas centrales que se pueden compartir entre bastantes “inquilinos”. Una vez que el cliente ha elegido comer con “rodizio” se le sirve un aliño, también incluido en el precio y a partir de hay comienza “el carrusel de pescados fritos”. De la cocina empiezan a salir fuentes de pescado y el camarero va pasando por las mesas que se han acogido a la fórmula. Les enseña lo que lleva y les propone si quieren tomarlo. En caso de respuesta positiva les pone el pescado en unas tablas que tienen en las mesas cubiertas por el tradicional papel de estraza. Cada cierto tiempo van pasando fuentes con distintas especialidades y se les sirve a los clientes hasta que estos digan que ya han terminado.
Uno de los toques innovadores es que las tablas se sirven acompañadas de tres salsas que van desde cuatro tipos de mayonesas, un par de mojos canarios, la tártara, que va muy bien con el pescado frito, un par de propuestas de estilo oriental e incluso kepchupt…que hay gente pa tó, en total 12 posibilidades.
El segundo toque innovador es que los pescados después de fritos, llevan por encima un “aderezo” diferente para cada uno. Así el gallo, que va cubierto con una mezcla de harinas de trigo y arroz con vino blanco de la provicia de Cádiz y agua con gas, para que quede como un rebozado, lleva por encima ralladura de limón. Las puntillitas se sirven con trozos de algas y orégano por encima, los chocos con unos pequeños taquitos de queso Cheddar y cebolla crujiente, una fórmula estrenada ya con éxito en Arsenio Manila y los chipirones van con un poco de queso Feta, un queso fresco griego de un sabor un poco más ácido del que se hace en la provincia. En total hay 14 tipos de pescados diferentes. No faltan los clásicos del freidor como la merluza, aunque se sirve en lomos y no en tajás, los chocos, las gambas o el cazón en adobo, aunque también se ofrecen especialidades menos habituales en estos establecimientos como las doradas, los salmonetes, los boquerones, el atún rojo, el pulpo o el bacalao.
La mayoría van fritos con harina de trigo, la habitual de los freidores, aunque el atún va empanado y algunas especialidades como la dorada o los salmonetes se frien con una mezcla de harinas de trigo y garbanzo, la que se usa para las tortillitas de camarones.
Los precios de las raciones, si no se quiere usar el rodizio, van desde los 7,5 euros, los boquerones o el cazón en adobo, a los quince que vale la dorada que se sirve por piezas troceadas. De la mayoría de las especialidades se pueden pedir también medias raciones que van desde los 4.5 a los 7 euros.
En la carta también hay algunas frituras de verduras (calabacin, pimientos verdes o berenjenas) y tiritas de pollo o cerdo. Hay también pescados a la plancha como sardinas, la caballa, la dorada o el pulpo. También se ofrecen tres tipos diferentes de arroces aunque estos se sirven para un mínimo de 4 personas.
No falta tampoco otro elemento habitual de los freidores y son los aliños para acompañar al pescado. Tienen pimientos asados, tomates aliñaos, papas aliñás, con alioli o incluso patatas fritas casras que se sirven aderezadas con pimienta, sal y perejil.
El pescado frito se ofrece desde las 12 de la mañana, cuando abre el chiringuito, hasta las 5 de la tarde y luego desde las 8 de la tarde y hasta las 12 de la noche. También se puede pedir para llevar y lo envuelven en los típicos cartuchos de papel de estraza.
El establecimiento diseñado y montado por la empresa gaditana Maderas Impregnadas para Exterior, cuenta con una parte central acristalada en la que está dispuesta una barra con contrabarra y mesas. Fuera, ya sobre la arena, hay más mesas y en la parte más cercana al agua unas hileras de hamacas cubiertas con sombrillas y donde también los camareros sirven a las personas que las ocupen, al igual que ocurre en el cercano Nahu Beach, de la misma empresa.
El local también ofrece algunos toques gourmet como el vermouth de la bodega Francisco Cala de Jerez y una amplia colección de cócteles, además de batidos de frutas y helado.
El establecimiento, que se inauguró el 18 de julio, abre todos los días desde las 12 del mediodía y hasta la madrugada. El teléfono es el 685461557 y está situado al comienzo de la playa de Cortadura, tras pasar el fuerte de Cortadura.
Pues visto y visitado. La visita a cualquier tasca/bar/restaurante/chiringuito/freidor siempre que vamos a Cádiz es obligada y esta mereció la pena sin duda aun en pleno Agosto. Reservamos en el turno de las 14:00 y nos acogimos a la formula de “rodizio”, los tres niños disfrutaron mucho con esta novedad y probamos chicharros, boquerones, morena,calamares, pulpitos, adobo, merluza y también algunos aliños que igualmente estaban de primera. Los fritos estaban en su punto y eran de una calidad excepcional. El servicio muy amable y correcto. Las bebidas un poco caras pero volveremos!!! Tal y como prometí a la encargada de sala lo recomendaré!!!!
Aviso a navegantes. El jueves pasado sobre las 11 de la mañana ya nos dieron mesa para el segundo turno, íbamos de Rodicio y nos dijeron que sobre las 3:30 estaría. Esperamos más de lo previsto y sobre las 4 nos comenzaron a servir, (“poquito por que tiene que haber para todos”). A las 5 menos cuarto, después de no sé cuantas paradas en el servicio nos preguntan que cuántos platos nos quedan por probar (faltaban 6 o 7 de las 14 frituras previstas) y que si teníamos todavía ganas de comer por que cierran cocina a las 5. Sorpresa: si quieres comer a correr pero no puedes por que no te traen lo previsto. Ya no quedaban ni doradas ni boquerones… a las 5 nos traen bigotes de calamar y algo de morena para justificar lo que ya no tenía solución. En resumen: buen trato por el personal (no tanto del encargado de las reservas) pero un mal resultado global, posiblemente debido a un exceso de ambición en este negocio.
Buena propuesta, tenemos que probarla.