El restaurante portuense incorpora varios platos a su propuesta de cocina autóctona, con productos de temporada y respeto por los sabores naturales

El paté de caballas de El Arriate. Foto: Cedida por El Arriate

Paté de caballa con mahonesa de puerros y oloroso;  ortiguillas con huevas de erizo, yemas y pimientos asados;  corvina con salsa de tomate, escabeche de pechugas de codorniz y tocino con ajoblanco… Estas son algunas de las novedades que presenta la carta de verano de El Arriate. El restaurante portuense, que basa su cocina en el respeto a los sabores naturales y siempre trabaja con productos frescos de temporada, se encuentra a pleno rendimiento con platos que siguen su línea de innovación, pero sin alterar las propiedades y la potencia al paladar de hortalizas, carnes y pescados de la zona.

Junto a sus nuevas propuestas, el cocinero, David Méndez, mantiene sus ensaladas de verduras ahumadas y raya con naranja, el tartar de pescado y steak tartar de retinta, carpaccios de ternera y de calamar con gambas, salmorejo con maruca, pulpo asado al chimichurri y las genuinas ‘croquemoles’, croquetas de guacamole.

El Arriate completa su capítulo de entrantes con una degustación de aceites gaditanos y una tabla de quesos de la Sierra que, acompañados de membrillo, nueces y una buena copa de vino -hay una carta específica con gran presencia de vinos gaditanos y el asesoramiento de Eva Baro, jefa de sala-, están haciendo las delicias de los comensales. Un público que, sobre todo de noche, está llenando su patio de la calle Los Moros. Se trata de un espacio tranquilo y agradable, con una decoración rústica a la par que romántica, y que supone una buena opción si el objetivo es disfrutar de una cena tranquila.

Los pescados de roca, como el atún y el pez limón, se sirven a la plancha acompañados por verduras braseadas o arroz negro con salsa alioli. Las carnes, tacos de solomillo ibérico, lomo bajo de retinta -a la plancha en su punto con patatas confitadas-, y chuletitas de cordero fritas con alboronía, completan una carta muy equilibrada que coloca su guinda con los postres caseros: helados de frutas del tiempo, ‘limonovska sorbiet’, milhojas de manzana y regaliz, mousse de chocolate con coulis de café y tejas de naranja y tarta de requesón con dulce de albaricoque y vino tinto.

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