Texto: Pepe Monforte
Juan Moreno está estos días hasta arriba de trabajo. El Campeonato Mundial de Motociclismo lo trae loco porque todos los bares de El Puerto hacen grandes pedidos de preparados de carne para poder atender a los miles de moteros que ocuparan la ciudad.
Tiene 55 años y desde pequeño ha estado metido en el mundo de la carnicería porque tanto su padre como su abuelo eran del gremio. Este portuense dirige toda la fabricación de los Hermanos Moreno, una pequeña industria dedicada a la producción de chacinas y preparados de carne de El Puerto de Santa María.
Hace ya 10 años, un amigo de Sevilla le hizo a Juan Moreno un encargo: «Juan, allí en Sevilla hay bares que están obteniendo mucho éxito poniendo la pringá de la berza en bocadillos». Y allá fue el carnicero de El Puerto a satisfacer al cliente «porque siempre hemos tratado de hacer lo que nos piden, es la manera de competir de las pequeñas empresas, poder ayudar a otras que necesitan productos muy personalizados, que no puede proporcionarles la gran industria».
La idea de Moreno fue hacer un producto lo más cercano a la realidad de una pringá de la berza. Así que cogió chorizo, morcilla, magro de cerdo y tocino entreverao y lo puso a cocer a fuego lento en una marmita. «Vimos que si cocíamos el producto en agua, nos podría, luego, dar problemas de conservación y decidimos cocer los productos en una de las estrellas de la casa, nuestra manteca colorá».
Moreno señala que la manteca colorá es como «la seña de identidad de la casa. Fue mi abuelo el que empezó a ganarse fama con ella, cuando tenía una carnicería en Chipiona». A José Moreno Serrano lo conocían como Lenguito por su afición a los toros. La afición, la profesión y el mote lo heredó el padre de Juan, Rafael Moreno y ahora son tres de sus hijos los que mantienen el negocio familiar.
El abuelo de los Moreno se vino a El Puerto de Santa María en la década de los 40 «en los tiempos del hambre», señala el carnicero y desde entonces la familia sigue con el puesto número 9 del mercado de abastos de la localidad. Recuerda «que fueron 30 kilos de pringá los que hice». Para que fuera más fácil de utilizar trituré el producto, pero procurando también que se vieran los trozos de chacina y de carne, para que se comprobara que «era pringá de verdad y no un paté». Juan Moreno recuerda que a su amigo»”no le fue, al principio, bien con el producto pero aquí en El Puerto la fui dando a probar y empezaron a llegar los pedidos de los bares que la ponían para desayunar. A lo tonto, a lo tonto, todas las semanas había que hacer un buen guiso de pringá para atender a la clientela».
En principio la fábrica elaboraba la pringá en formato de un kilo ya que la clientela eran los restaurantes y bares. Sin embargo, luego, en las dos carnicerías que tienen los Hermanos Moreno en El Puerto empezaron a venderse envases más pequeños.
Pero la revolución llegó hace dos años, cuando Juan Moreno se fijó en los pequeños formatos de aceite o de mantequilla que se hacen para los desayunos de los hoteles o de los bares. Juan pensó que su pringá podría ser una opción más de desayuno si llegaba en las cómodas monodosis. Buscó el envase y encontró unas pequeñas tarrinas de material metálico que llevan en su interior 22 gramos de producto, lo suficiente para una tostada. A partir de ahí ha llegado el éxito. Le ha cambiado el nombre y lo ha bautizado como pringá para untar y ha disminuido el tamaño de los tropezones ya que el público al que va destinado «valora mucho la comodidad».
Además, el producto, gracias a un proceso de esterilización, puede mantenerse hasta dos años en perfectas condiciones y sin necesidad de frigorífico con lo que es ideal para los bares y restaurantes que pueden surtirse sin miedo a que les caduque. «Se elimina además la práctica de poner un envase grande en la barra y que cada uno se sirva. Esto, por si fuera poco, era inviable para los hoteles, que ahora pueden tener este producto típico de la gastronomía andaluza sin ningún problema».
A partir de ahí todo ha venido sobre ruedas. A la pringá para untar se han unido la crema de lomo, una versión moderna de la zurrapa del lomo en manteca y la manteca colorá. El proyecto, ahora, es unir alguna oferta más a estas monodosis.
A los Hermanos Moreno, una vez logrado el producto, no le fue dificil encontrar distribuidores. Lo último fue darle nombre y ahí fue la familia de nuevo la que primo. La marca de los Hermanos Moreno (Juan, Eduardo y Salvador) es Casa Naval, en honor al primer apellido de su madre Antonia Naval.
Ahora, la fabricación se mide por miles de kilos anuales y el producto llega ya a toda Andalucía, Madrid y Barcelona «aunque aquí a la fábrica nos llaman desde muchos puntos de España interesándose por el producto».