El alto nivel que ha alcanzado la ciudad se debe, en gran parte, a dos generaciones de grandes mujeres que han dirigido las cocinas de los establecimientos de la población

Manuela González, del restauarnte El Castillo, una de las cocineras que forman parte de este grupo de cocineras. Foto: Cosasdecome

Texto: Pepe Monforte

La cocinera Miriam Rodríguez, que el pasado martes presentó su primer libro de recetas, Influencias del entorno, dijo en las palabras que pronunció para definir su trabajo que “de quien más he aprendido ha sido de mi madre”, la también cocinera Carmen Prieto.

Carmen forma parte de una generación de cocineras de Medina a las que habría que rendir un gran homenaje. Son las que han puesto las bases en una de las poblaciones de la provincia que tiene una de las gastronomías con más personalidad.

Carmen no tuvo la suerte de ir a escuelas, ni nunca se fijaron en ella los medios de comunicación porque cuando ella empezaba las cocineras de las ventas y de los bares de pueblo eran invisibles, en raras ocasiones se las veía fuera de sus “reinos” donde el único uniforme que había era el bambito de flores.

Nunca olvidaré unos espárragos con arró que me puso Carmen un mediodía en La Duquesa en la que hizo su propia versión del milagro de la multiplicación de los sabores solamente con un poquito de arró, unos espárragos amargueros y una miajita de ajo.

Los restaurantes de Medina triunfan ahora, en gran medida gracias al trabajo de estas mujeres como Carmen Prieto, la de La Duquesa, Ana María Vega, del restaurante El Duque, la entrañable Manuela González de El Castillo, o dos históricas como Eloisa Castro Astorga y Marina Borrego Torres que impartieron maestría en salsa en el legendario Bar Cádiz del centro de Medina.

La generación es amplia porque la cocina de Medina ha estado y sigue estando muy en mano de mujeres. Hay que destacar también el trabajo de Ana María Flores en el mesón rústico Machín o Mari Angeles Ramos, de la Venta La Candela. Son más jóvenes pero han aportado también mucho a esa cocina de olores, que te atrapa desde que llegas a la puerta de sus ventas.

Las manos femeninas también tienen mucho que ver en la historia del bar Ortega, otra institución en Medina donde Pilar Gómez, la madre de José Antonio Ortega, el actual gerente me puso un día unas costitllitas en adobo con la que todavía sueño los viernes, que ya estoy en un sin viví por donde iré a comer el sábado.

Concepción Parrado, en su pequeño paraíso de El Resbalón, un bar medio escondido de Medina que hay que conocer, borda también el guisoteo.

Paqui Astorga, de la Venta El Jilguero, otro sitio para apuntarse en la agenda y Ana Grimaldi Ruiz. Ella logró darle brillo a la Venta La Cabrala a base de poner unos maravillosos huevos con papas allá por la segunda mitad del siglo XX. Luego su hijo cogió el testigo.

Otra leyenda de Medina, Rosario Buzón. Ahora oficia en el Mesón de María en Jerez, pero durante muchos años sirvió un rebañable rabo de toro en la Venta Cuatro Caminos, al pie de la subida a la población.

En esta historia, en la que seguro que me olvido de alguien, porque esto es así, también merece cuadro de grandes dimensiones Nina Peralta, la madre de los hermanos Ortega de la Venta Andrés. Las croquetas de la casa, de las del puchero, llevan su nombre a modo de homenaje.

Miriam tuvo un gran detalle con su madre en la presentación del libro y la ciudad de Medina también debe de tener un gran detalle con sus cocineras, con las mujeres que han cimentado la espectacular cocina que hay ahora en la población.

Información sobre todos los establecimientos que se citan en la guía gastronómica de Medina. Pinchar aquí para verla.

Más información sobre la cocina de las ventas, muy presentes en Medina, en la guía de las ventas de la provincia de Cádiz. Pinchar aquí para verla

Más información sobre el libro “Influencias del entorno” de Miriam Rodríguez aquí.