Texto: Pepe Monforte
Hay papas aliñás, ensaladilla, huevas, coctel de marisco, chicharrones de Chiclana, pavías de merluza, carrillada, flamenquines, croquetas, cazón en adobo y…los domingos arró. La idea de Mari Angeles Freire, la nueva gerente de Sopranis “es disfrutar de ese bar de Cádiz que todos tenemos grabado en nuestra mente, del que disfrutabamos de pequeños. Logicamente le hemos puesto un toque del siglo XXI pero lo que queremos, sobre todo,es disfrutar de eso. Es lo que todos hablamos cuando charlamos de bares y lo hemos querido trasladar a la Esquina de Sopranis”.
El nuevo bar forma esquina con el otro Sopranis, que lleva ya unos meses, desde que Imaggina, la nueva sociedad que lo regenta lo cogió, transformado en restaurante. El proyecto, por tanto, es complementarlo ahora con esta barra de tapas. La decoración es sencilla, aunque gracias a los focos, cambia por la noche. El establecimiento ocupa el local de lo que era el “bar de los prácticos”. Se ha mantenido su estructura de barra en “l” e incluso el mostrador de acero inoxidable característico de los locales de finales del siglo XX. Fuera de la barra, eso sí ya del XXI, mesas altas y alguna más en la terraza.
El suelo rememora también a los antiguos y hay también hasta cierto toque nostálgico ya que la nevera, a la vista del público, es la que tenía el almacén de El Periquito en el barrio de La Viña. De allí, precisamente procede Freire cuya familia era muy conocida porque tenía en la calle Diego Arias un ultramarinos y un bar. Para la cocina han confiado en el mismo equipo de Sopranis con los jóvenes cocineros José Luis Fernández Tallafigo y Carlos Martínez, una pareja que ahora han reforzado con nuevos fichajes para atender el nuevo local.
En lo gastronómico La Esquina de Sopranis tendrá una carta basada “en lo que encontremos en la plaza” señala Mari Angeles. “Esa es la apuesta que hicimos con Sopranis y la queremos repetir ahora con la Esquina. Tendremos por tanto sugerencias que irán en función de los productos que los cocineros vean en el mercado que están en temporada y a buen precio”. Esa es otra de las cuestiones que han querido cuidar. Las tapas oscilan entre los 1,8 euros (las papas aliñás) y los 4,5 euros que cuesta la ensalada de queso de cabra, lo más caro. Las propuestas se acercan a la cuarentena y están todos los apartados clásicos. Hay chacinas y quesos, que se sirven por tapas y no en montaditos, y pescado frito, que va en cartuchos de papel de estraza como los del freidor.
Mari Angeles si señala que “hemos introducido algo del siglo XXI y es el cuidado de la presentación. Las tapas no sólo están bien realizadas porque para eso tenemos muy buenos profesionales, sino muy bien presentadas porque no cabe duda de que por los ojos es por donde te empieza a gustar una tapa”.
Así las papas aliñás se presentan en un plato hondo de cerámica blanca y los huevos rotos van en una especie de sartén negra. Hay algunas concesiones a la nueva cocina. Así se puede encontrar un paté de ortiguillas que se presenta en un tarro de cristal y con unas regañás de Don Pelayo para untarlo. Las albóndigas van con una salsa de manzanas y foie, pero junto a eso hay patatas bravas, unos flamenquines hechos por ellos mismos yrellenos de jamón y crema de queso y la carrillada hecha con una salsa tradicional aromatizada con oloroso. No falta tampoco el montadito más famoso de Cádiz, el dobladillo de caballa.
Cuando pase el verano reforzarán también el apartado de guisos de cuchara.
Hay también un apartado de conservas, que se presentan en las propias latas con mejillones, huevas de caballa y ventresca de atún. Los postres los elabora especialmente para el restaurante la pastelería La Trufa de Puerto Real y hay tiramisú, tocino de cielo o una espuma de arroz con leche.
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