Texto: Pepe Monforte
A los ocho años entró Eduardo Trujillo a trabajar al bar familiar. Su hermano Carlos lo hizo a los nueve. No jugaban con cochecitos, sino con las cucharas de los cafés, que no paraban de salir humeantes para atender a la gente de la plaza que gustaba de desayunar temprano. El bar Carlos y Eduardo es uno de esos bares situados juntos a las plazas de abastos que tienen como ingrediente fundamental el bullicio de ir y venir. Es bar de dos puertas, una lo conecta con la zona del pescado de la plaza de La Línea…tiene vistas a gallinetas, a jurelitos y a chocos buenos pa asá. Al otro lado, vistas a la calle, a los puestos ambulantes que aún rodean el mercado de abastos de la ciudad. En medio una barra de esas milagrosas, funcionales, donde se exponen “los tesoros” del día, formados en estado de revista para cuando lleguen los clientes. Hay un batallón de tortillitas de gallineta, abriendo el desfile. A su lado la última creación de la casa, a cargo de los hermanos Trujillo García, unos pequeños trozos de rape rebozado. La ensaladilla luce virtuosa, en una fuente redonda embadurnada de mayonesa y en el centro, como el santo que ponen en las iglesias en el mejor sitio del altar están las croquetas de premio, como ya han bautizado a las ovoides de jamón que fotografió Victor Giner y con la que ha conseguido ganar el “Croquemon Gou”, el juego de cazar croquetas buenas por los bares de la provincia de Cádiz.
Resulta que Carlos Trujillo, 64 años ya, bigote poblado, gafas de tamaño generoso, pelo blanco, con cara de que tiene que contar buenos chistes, vió por internet un concurso de tapas en Salamanca. Hace dos años de aquello, calcula. Eran unos boquerones que habían puesto sobre una especie de jamoneros para servirlos. La máquina empezó a funcionar y se lo comentó al “creativo” de la empresa, su hermano Eduardo. Está ya jubilado. Su corazón le ha avisado dos veces de que el ritmo era demasiado alto y decidió dejar el bar, pero antes inventó la “croqueta abrigaita”. “El reto -cuenta Eduardo- era que la croqueta tenía que quedarse aguantada en los dos bordes del jamonero”. No podía ser de masa blandengue porque se caería y tampoco podía hacer la masa como de cemento armao porque aquello no se lo podría comer nadie. La solución la encontró en una tradición que asegura que hay en La Línea y es la de hacer croquetas con patatas cocidas. De todos modos para hacer la fritura más atractiva le dió unos toques de la casa. A la masa de patatas cocidas le agregó un poquito de queso de untar, del Philadelphia, para que vamos a andarnos con tonterías, y los taquitos de jamón. De esa manera la croqueta se “acomodaba” perfectamente a los minijamoneros de madera como embarnizá que les habia hecho un amigo. El toque final fue el de “abrigar” la fritura con una lonchita del jamón de guardia que siempre tienen en el bar para el tapeo o para los bocadillos de jamón de los desayunos.
Las croquetas son fuente de inspiración en Casa Carlos y Eduardo. Las tienen también del puchero que sirven acomodadas en una pequeña cacerola y ahora acaban de crear una de pisto, con un toque sofisticado, una mayonesa de albahaca como guarnición. Carlos Trujillo García, que es ahora el que regenta el bar señala que “aquí hay que renovarse todos los días. Tenemos que atraer al público joven y eso se hace poniendo tapas que les gusten”. Así han incoporado unos langostinos envueltos en queso o también unos filetes de pollo empanados y cubiertos con una salsa de mostaza y miel. En el bar de los Trujillo García las tapas salen a entre 1,50 y 2,50 euros y con “tres te vas más que comio”. Todos los días hay guisito de cuchara para los que son de tener el estómago calentito. Mari Angeles y Sara preparan los lunes puchero, los martes unos fideitos gordos con almejas y gambas y los miércoles toca arró con pollo. Los jueves hay grano, o habichuelas o garbanzos, en algún potaje reconstituyente y los viernes y los sábados hay premio: los dos arroces que prepara Mari Angeles, uno caldosito de mariscos y pescado y otro negro. Todos los días tienen el menudo de la casa con su buena guarnición de garbanzos y no falta otra de las estrellas del lugar una especie de buñuelos hechos con gallineta uno de los pescados característicos del Campo de Gibraltar. (Todavía no me he olvidado de una frita que me comí en El Cortijo de Guadacorte…)
“La cosa ha cambiado y hay que adaptarse a los tiempos” señala Eduardo. Recuerda como hace años, cuando la cosa estaba perita con Gibraltar, la gente le traía el pescado y el marisco que compraban en el mercado “y nosotros se lo preparabamos, al momento, a la sal o al horno: Fijaté que esto está ahora de moda y aquí se hacia hace 20 años”. Pero la cosa ha cambiado. El mercado de La Línea, que era uno de los mejor surtidos de la provincia, no vive sus mejores momentos, a pesar del encanto que tiene. Por eso es importante atraer público y por eso cuentan con muchas tapas y para todos los gustos. Sólo abren al mediodía ya que la jornada la empiezan pronto, a las seis de la mañana. Para los desayunos. la estrella es el “Africano”, una especialidad que comparten con el bar de su hermano Francis. Es un bocadillo que “aromatizan” como se diría en lenguaje de pitiminí, con una especie de mojo colorao que hacen en la casa y que, en temporada, también le ponen a los caracoles.
El bar lo fundó en 1962 Carlos Trujillo Auché. Luego le han sucedido sus hijos Carlos y Eduardo y ya está en el barco la tercera generación.
Están muy contentos con que su croqueta “de premio” haya sido la protagonista de la foto ganadora del Croquemon Gou. “Le agradecemos mucho a Victor Giner que la enviara”. De hecho hasta le han hecho una placa para conmemorar el momento. Hablan, cuentan la historia del pequeño bar, pero a la vez, no dejan de preparar las primeras tapas ..”.y hoy hay que aligerarse que vuelven los maestros y el arroz con pollo tiene que estar a su hora”. Vamonó.
Horarios, localización, teléfono y más datos del bar Casa Carlos y Eduardo, aquí.
Más información gastronómica sobre La Línea, aquí
Querido amigo Carlos de muchos años y professor emérito de informática. Es un placer ver estas fotos de la familia y los comentarios sobre lo que hace la dedicación, la perseverancia, la simpatia, la bondad, el ajinco por el trabajo, muchos y muchos epitetos más que no nos dejaría espacio en el ordenador. Seguro que el 99,99% de los que buscan el Bar Carlos y Eduardo es por la degustación sabrosa y exquisita, complementada por la búsqueda de essas personas que te hacen pasar un rato sin duda agradable. ¡Enhorabuena!
Tiene una pinta MARAVILLOSA mejor estará de sabor.
Un saludo desde Punta Umbría.