El grupo de establecimientos que dirige el empresario gaditano Antonio García Saltares, conocido por el restaurante La Bodega y las pizzerías y la tienda de comida preparada La Bella Italia, tiene previsto iniciar en el próximo mes de febrero una nueva aventura en el casco antiguo de Cádiz, en concreto en la calle Plocia, la zona que se está convirtiendo en una de las más atractivas desde el punto de la gastronomía de la ciudad.
La idea es abrir en el local que ocupaba hasta hace pocas semanas el restaurante La Cigarrera, un bar especializado en tapas, aunque también se podrá comer en él de raciones o incluso de platos. La oferta será una mezcla de los dos negocios que tiene la empresa y se ofrecerán, en formato de tapas, tanto especialidades de cocina tradicional de la bodega como platos de inspiración italiana como los que ofrecen las pizzerías La Bella Italia. Así se podrán comer pequeñas pizzas o lasagnas, además de berenjenas a la parmesana o los conocidos escalopines (filetes) que sirven con diferentes salsas.
El local, cuya decoración recordará también a los establecimientos del grupo “tendrá un poquito de cada cosa ya que las dos han funcionado muy bien y creo que podemos coger lo mejor y unirno en una oferta de tapas, que es la fórmula que está triunfando ahora”, indica Antonio García Saltares.
De hecho la bodega ha incorporado también ya a su carta una línea de tapas de guisos tradicionales muchos de los cuales estarán también en Plocia 2. El local contará con barra y mesas en el interior y después una terraza. En todos los espacios se podrá tanto tapear como comer a base de raciones o de platos.
Las obras en el local han comenzado ya y las previsiones del grupo hostelero es que empiece a funcionar ya en febrero. Con esta nueva apertura el empresario gaditano, con el que trabaja ya la nueva generación de la familia, sus hijos Antonio José y Patricia, sumará ya 5 establecimientos en Cádiz.
La historia del restaurante La Bodega, aquí.
Dentro del recorrido y las excelentes reseñas y recomendaciones de Cosas de comé, recordé que este nuevo establecimiento lo visité cuando se llamaba Las Cigüeñas, un restaurante sin pretensiones pero con un cocinero, creo que holandés, casado con una gaditana. Comí estupendamente. Ahora, cuando entré, observé una profunda remodelación. Pero solo eso.
El servicio, lento. Hasta para cobrar. Muchas mesas juntas en el interior, mucho ruido y un arroz, de tapa, caro y pasado. Y eso que era una de las especialidades. Cobran los panes y los picos. Eso no se puede aguantar. Me rebelo contra esta norma cada vez mas extendida.
A pesar del poco tiempo que lleva abierto, debe de mejorar bastante. Ya veremos la próxima vez.