Texto: Pepe Monforte
Los productores hablan de un cambio de paisaje en Jerez, el de los olivos. Según los cáculos del sector, que empieza ya a agruparse para adquirir músculo, ya son más de 3000 las hectáreas que hay plantadas en el término municipal. La actividad no es nueva. Las investigaciones realizadas por los arqueólogos señalan que el cultivo del olivo casi estuvo parejo al de la vid en el siglo XVIII, aunque a partir de entonces la uva comenzó a ganarle terreno a la aceituna a pasos agigantados. Rosalia González Rodríguez, directora del museo arqueológico de Jerez, señala que el cultivo de la vid se ha desarrollado en Andalucía desde la edad antigua y que hay vestigios de su existencia en la ciudad en la Edad Media. En el siglo VIII ya hay documentados hallazgos relacionados con la actividad en la campiña jerezana.
Las revelaciones de Rosalia González se hicieron en el salón de actos del Parque Científico Tecnológico Agroindustrial en una reunión en la que el aceite de Jerez se presentaba en sociedad. Los productores dejaron claro que, tras el análisis de estos datos, no se trata de un nuevo cultivo en la zona, sino de recuperar una tradición. Actualmente operan en el término municipal al menos siete empresas de cierta importancia relacionadas con el aceite. Entre todos tienen plantadas más de 3000 hectáreas de olivo, la mayoría de aceituna arbequina. La intención de los productores es ahora formar una asociación y tratar de difundir la marca “aceite de oliva de Jerez”.
Las empresas presentes en este encuentro entre productores coincidieron en señalar que el aceite que se está produciendo en la zona “es de especial calidad” y con algunas ventajas claras frente a otras zonas de producción y es que por las especiales características del clima de la zona la aceituna madura un poco antes con lo que son los primeros en salir al mercado. El “renacimiento” del aceite de Jerez es un fenómeno joven. Todas las empresas han comenzado su actividad ya en el siglo XXI. Hay una cierta vinculación al sector de la vid. Así Entrechuelos, perteneciente a la familia Domecq, tiene plantados sus olivos junto a uvas para realizar vinos blancos y tintos en Torrecera. Cortijo de Jara, perteneciente a la familia García Angulo, también comparten las mismas producciones, además de unos cotizados garbanzos, en su finca de Nueva Jarilla. Los Pérez, en su finca Vistahermosa, también dedicaron 4 hectáreas de sus terrenos para esta actividad que comparten con los viñedos. En el caso de los Ferral, una familia agrícola, también cambiaron algunos de los terrenos que tenían plantados con vid por los del olivar.
Uno de los más veteranos del sector es Manuel Caballero Gordillo de 68 años. Su empresa tiene 150 hectáreas de tierra en la pedanía de Lomopardo, muy cerca del monasterio de La Cartuja. Los terrenos llegaron a pertenecer a la comunidad de monjes. Hace 6 años decidió plantar olivos. En la actualidad tiene unos 30.000 que producen arbequina y otros 8.000 de hojiblanca, una variedad más habitual en Andalucía. En 2012 salió al mercado con el aceite virgen extra de su propia marca “Monasterio de La Cartuja”. Embotella en garrafas y también en cristal y su mercado es sobre todo local. La plantación está preparada para que se pueda producir de manera “intensiva”. Así se preparan el terreno para que puedan entrar las máquinas a trabajar.
Manuel ha plantado arbequina al igual que han hecho las demás empresas. Una de las más potentes del sector en Jerez es “El Jardín de Almayate”. Tienen 600 hectáreas en producción en Jerez. 200 las pusieron en marcha en 2007 y dados los buenos resultados en 2011 ampliaron en 400 más. En 2012 dieron un paso más y montaron una almazara para moler la aceituna. La mayoría de la producción la venden a granel para otras empresas, según señala José María Criado, su director general. Hace dos años decidieron ya embotellar con su propia marca. Se llama “Alma de Jerez” y se produce en “sabor intenso” y “sabor suave”. Se centran sobre todo en la exportanción y ya han obtenido algún premio en certámenes celebrados en Los Angeles y Nueva York. Criado señala que la arbequina es perfecta para el clima de Jerez y además produce un aceite “que gusta a todo el mundo por su suavidad”. Han optado por una producción “superintensiva” y la recolección se hace con máquinas. Desde que cae la aceituna del árbol y esta se convierte en aceite no han pasado más de ocho o diez horas, lo que hace mejorar mucho la calidad del zumo que se obtiene. Otra de las ventajas de la arbequina es que es resistente a las enfermedades.
La arbequina se está imponiendo entre los nuevos productores de aceite de la provincia, no sólo en Jerez. Firmas como Sancha Pérez o Oleo Conil también han optado por este mismo fruto. Sin embargo en zonas más de Sierra se sigue optando por otras especialidades. Así El Herrerillo de Medina optó por la Picual y otra firma de creación reciente Oleum Viride de Zahara de la Sierra también apostó por la manzanilla y por el lechín, la aceituna característica de la Sierra de Cádiz, que sigue liderando la producción de la provincia.
Rafael García Angulo, de Cortijo de Jara, centra su discurso en la calidad “gastronómica” de la aceituna arbequina. En la finca están especialmente contentos con la producción de este año. Las catas de los expertos han revelado que el aceite que venden es de gran calidad. Garcia Angulo señala que la “suavidad del aceite de arbequina lo hacen especialmente indicado para combinarlo con los pescados, conservas y ahumados que se producen en la zona”. Espera que el sector hostelero y los cocineros sean un importante apoyo para el aceite de Jerez. En este sentido quiere colaborar con ellos para “experimentar en las posibilidades de nuestros aceites”. Garcia Angulo considera muy interesante poder realizar estrategias comunes con otro producto carismático de la ciudad, el vinagre y considera que podrían hacerse promociones conjuntas.
Los García Angulo comercializan ya sus aceites por los mismos canales que sus vinos, sobre toro orientados al sector gourmet y la hostelería donde los vinos de la familia están bastante asentados.
Otras firmas apuestan por la vocación internacional. Este es el caso de la familia Ferral. Tienen plantados 66.000 olivos en terrenos de tierra albariza, donde antes tenían olivos. Han realizado una presentación muy cuidada, realizada por el diseñador afincado en la provincia Jaime Arias Hormaechea, y su intención es introducirse en los mercados internacionales. Quieren estar presentes en ferias de este caracter y centrarse en este campo. El mismo camino lo ha emprendido “La Rosa del Infante” que tiene su molino para moler las aceitunas en Gibalbín. No tienen olivares propios, sino que recogen la aceituna que le llevan agricultores de Jerez, Arcos o El Cuervo. La mayoría de lo que les llega son del tipo arbequina. Producen aceite con su marca “La Rosa del Infante” y en 2010 comenzaron a vender en Estados Unidos. De hecho tienen hasta oficina en Miami.
Entrechuelos, la finca de los Domecq, ha optado por vender su producción a granel aunque no descartan, en el futuro, envasar con su propia marca. Los que dan los primeros pasos son los de las bodegas Luis Pérez. Su producción es pequeña ” y tan sólo lo vendemos en nuestra finca y en botellas pequeñas”. Producen aceite de arbequina. La marca se llama “bienteveo” y es un homenaje a unas casetas de madera que se colocaban en la parte más alta de las viñas para vigilarlas. Precisamente el cultivo está colocado en la parte más alta de su finca Vistahermosa de Jerez. No tienen almazara propia y su aceite de venden “sin filtrar” para proteger al máximo todas sus características. El cultivo lo hacen con la mínima intervención: “Obtenemos una cosecha menor pero la calidad del zumo es mayor”, señalan.