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Texto: Angeles Peiteado
Los trampantojos son esos alimentos que van por la vida fingiendo ser otros. Como esos dos huevos de la foto, uno moreno y otro blanco, que llevan huevo pero no son huevo. Uno de ellos tiene yema, pero no es yema. Y el nido donde reposan no es nido.
Estos dos huevos son, en realidad, un flan de huevo muy especial que prepara Juan Manuel Carrasco en el Mesón Hermanos Carrasco de Jerez. No está en carta, por lo que hay que aprovechar la oportunidad cuando el cocinero ha tenido el “ratito” que hace falta para preparar este dulce engaño.
Carrasco ha cogido los tres elementos que no deben faltar en un buen flan de huevo y los ha presentado de una forma muy diferente. El flan es el huevo moreno, y en su interior hay una yema… de mango. La nata (o más bien el helado de nata) es el huevo blanco. Y el caramelo que en la versión tradicional se desliza por las paredes del flan cuando se desmolda está en forma de hebras y crea la ilusión de un nido de gallina. La forma de los huevos se consigue con molde, azúcar y, claro está, mucho conocimiento de causa.
No es el único trampantojo que se puede degustar en el restaurante jerezano: también tienen un limón hecho de crema de limón que cae sobre una rama que, por supuesto, no lo es.
A la hora de degustar estos platos juegan los cinco sentidos, hasta el oído, por el crujientito del azúcar, explica el chef. Pero lo importante en este tipo de platos es que “en el paladar sepa a lo que es”, es decir, que por mucho que parezca una cosa, no quede duda de lo que es en realidad una vez que se degusta.
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