Introducción de la guía gastronómica de San Fernando: Manual para bien comer en la Real Isla de León editada en agosto de 2010
Un plato, una tapa, un dulce, una copa…siempre tienen detrás una historia, un secreto, algo que contar. Todas las propuestas que encontrará dentro de este librito la tienen. No son simplemente un listado de platos, sino una suma de historias, que, además, se comen y se beben.
En San Fernando hay historias que se comen con más de 200 años, como la de El Deán, una freiduría situada junto a la Iglesia Mayor, que lleva abierta más de 200 años. A principios del siglo XIX las freidurías eran habituales en la Bahía de Cádiz y todavía hoy se puede disfrutar del “pescao” de la misma forma, comiéndolo con las manos, de un cartucho de papel de estraza y paseando por la calle Real que ahora, con su nuevo aspecto, parece más Real que nunca.
Historias de la Venta de Vargas donde comenzó la leyenda de las tortillitas de camarones, historias con su mijita de hierbabuena como la del guiso de rabo de toro de Los Tarantos, historias de cómo un cocinero de San Fernando, Miguel Angel Löpez, es capaz de convertir un trozo seco de carne que se le daba a principios del XIX a los soldados para subsistir, en un plato para gourmets. Apunten: arroz con tasajo del Bodegón de Miguel.
Historias con acento gallego de Cesáreo Sixto de “Los Gallegos” o de Elvira Loureiro de “La Gallega” que consiguen el milagro de que San Fernando huela a pulpo y a empanada los sábados al mediodía. Historias de acento vasco, como la de Antonio Lamolda y sus magníficos platos de bacalao. Historias de la casa, en diminutivo suculento, como la del filetito al Tío Pepe de la Mar de Fresquita. Historias de emigrantes, de Luis y de Teresa que un día se fueron a Alemania y luego han vuelto a Casa Luis con el secreto de cómo se hace un guiso con lenguao, el pescado rey de los esteros que rodean a La Isla
Y cuanto saben de la mar, Paco Núñez de La Marisma (atentos a sus camarones fritos), Antonio y Carmen del Macarena que guisan como nadie un arroz con ostiones y Miguel Asencio de La Titi, que además, te sirve los choquitos con guarnición de vistas para enamorarse en una noche de caló.
Si la historia se escribiera de mañana, empezaría en el restaurante Puente Hierro o con desayuno en El Royalti, con copita de vino de Chiclana en La Gran Vía y haría un descanso al mediodía con postre en Lavinia. Tarde con café, tarta y paisaje marinero en El Don Pan de Bahía Sur.
Si la historia se escribiera con cena terminaría en Art Fusión, una finca histórica recuperada para dar de comer con estilo y habría copa, porque las buenas historias siempre terminan con algo con hielo. Doscientos años de historias, dos siglos no es nada. Todavía tenemos mucho en común. Al fin y al cabo entre el siglo XIX y el XXI la única diferencia que hay es donde ponemos el palito.
Feliz San Fernando.
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