Es la imagen soñada de las vacaciones. Un poquito de viento que refresque, una sombrita, una copita a media tarde, el sonidito de las olas de fondo y un helado para el niño, que la felicidad no es plena sin la felicidad del niño.
Raúl Cueto es especialista en eso, en crear felicidad. Es la filosofía que siempre le ha conducido cuando ha puesto en marcha sus negocios y ya van varios en Cádiz. Hace unos días inauguraba en la playa de la Victoria, justo debado de su local insignia, Arsenio Manila, un establecimiento que ya regentara su padre Arsenio Cueto, el bar de playa “Bebo los Vientos”.
No se le puede calificar de chiringuito, ya que su estructura no es de montar y desmontar. El bar está incrustado debajo del Paseo Marítimo y la terraza está sobre la arena de la playa. Pero tampoco se le puede calificar así porque no va a ser un bar efímero, de temporada, sino que se mantendrá abierto todo el año y, en principio, todos los días.
Cueto, que ya ha experimentado con éxito la fórmula en Arsenio Manila o en Nahu Beach, el chiringuito que tienen en la playa de Cortadura y también en La Teta de Julieta, que regenta con otros socios, vuelve a repetir la fórmula del multibar: varios usos y varios públicos. Así desde las doce de la mañana, hora en que se abre, hasta las dos de la madrugada, en que se cierra, se va sucediendo el bar de playa para tapear, la terraza para tomar un helado o una copa al atardecer, el sitio para cenar por la noche de una manera informal y local de copas y cocktails tranquilo para la madrugada. Todo siempre con música de fondo y con cierto aire de playa caribeña en el local.
No es casualidad, Raúl Cueto señala que ha querido unir en el nuevo establecimiento, anteriormente conocido como el Tracaplaya, “los chiringuitos más chic de la costa gaditana, los clubs de playa ibicencos y los bareos americanos surferos de la costa californiana”.
En lo gastronómico también se habla de fusión. Cuenta con la típica barra de los bares gaditanos en la que se puede tapear tanto en el verano como también en el invierno ya que está totalmente cubierta. En ella se puede encontrar desde las papas aliñás hasta unos chocos fritos, aunque todo con el toque de la casa. Las papas aliñás se hacen del día y no se meten en frigorífico para evitar que pierdan su sabor. Los chocos fritos se presentan con una mayonesa aderezada con aceitunas verdes, algas y fruta de la pasión.
Las propuestas gastronómicas se pueden tomar muchas de ellas en formato tapas o medias raciones o raciones y se ha cuidado para que cualquiera pueda disfrutar. Hay desde clásicos, hasta ensaladas pasando por pasta, hamburguesas o incluso una carta de papas asadas. La carta, de colores muy alegres, contiene una lista de los ingredientes de cada plato y si estos son aptos para personas con intolerancias alimenticias y se destacan las propuestas “más saludables” o recomendados para niños. Todos los platos también están descritos en inglés.
En los diferentes apartados se van repitiendo los toques de originalidad. Hay una ensalada “hawaiana” con cangrejo americano y aliño de lima, que comparte protagonismo con un gazpacho andaluz con pepino y aromatizado con una mezcla de vinagres. Hay una sección con varias propuestas de papas asadas y una singular carta de frituras en la que el cazón en adobo esta macerado en un ceviche de limón, en vez del habitual gaditano, o unos bigotes de calamares y chocos se mezclan con queso.
Hay pasta fresca y propuestas vegetarianas como unas verduras de Conil asadas y acompañadas con salsa romesco. En los pescados no faltan las sardinas de todos los chiringuitos acompañadas de piriñaca. En las carnes hay pollo asado con una salsa hecha con el blanco de Barbadillo o un costillar de cerdo con berenjenas, pimientos y aceitunas negras. Tanto las carnes como verduras y pescados se asan sobre brasas de carbón vegetal.
Hay un apartado especial de hamburguesas para las que se utliza carne de retinto. El pan está realizado especialmente por una panadería de Cádiz para el establecimiento, es artesanal e incluso hay el típico bocadillo de calamares, aunque con el toque de la casa.
Los helados se sirven con “tropezones” de los ingredientes que eliga al cliente y hay carta de gintonics y también de cocteles.