Rancho Cortesano abre un restaurante en Jerez en el que la mayoría de los productos que se sirven son recolectados de sus propios huertos o proceden de agricultores de la zona. La terraza cuenta con mesas sobre el cesped y ofrecen actividades para niños y talleres antes de las comidas

La singular terraza del restaurante de Rancho Cortesano. Las mesas están sobre el cesped y rodeadas de árboles. Foto: Cosasdecome

Texto: Pepe Monforte

Por el momento el establecimiento abre sábados y domingos. Rancho Cortesano está en la pedanía jerezana de Cuartillos. Se llega por la carretera que va de Jerez a San José del Valle. Hay una desviación para este núcleo de población y en medio de la carretera está la indicación que lleva hasta este complejo agricola, pleno campo.

Si se escoge comer en la terraza la sensación es de plena naturaleza. Las mesas, las típicas de los merenderos, en madera barnizada, están sobre el cesped y se come rodeado de árboles y con animales como pavos reales o gallinas que se pasean a pocos metros. En la carta no hay ni carne ni pescado, todo son verduras, frutas, lácteos, quesos, huevos y frutas, pero la oferta es amplia y con algunos platos de toda la vida. La mayoría de ellos se realizan con productos ecológicos que cultivan en la propia granja donde está el restaurante.

Dentro hay también un comedor cubierto por si el tiempo no acompaña y con capacidad para 120 personas. Es el último proyecto puesto en marcha por Rancho Cortesano, una iniciativa de la familia jerezana García Fernández que ha desarrollado todo un proyecto en torno al medio rural y los productos naturales. Su aventura comenzó en 1999 cuando crearon una empresa para comercializar miel. En 2001 crearon su marca propia (Rancho Cortesano) y luego han venido originales ideas como el Museo de la Miel, un proyecto que ha merecido la atención incluso internacional y que lleva hasta sus instalaciones a cientos de personas cada mes en visitas de colegios y de particulares que acuden a ver todo el proceso de la elaboración de este producto.

Diferentes mieles y productos relacionados con ella en la tienda de Rancho Cortesano, que está abierta también los fines de semana, cuando está abierto el restaurante. Foto: Cosasdecome

A la producción de miel han añadido luego el cultivo de productos ecológicos, entre otras cosas para consumo de la propia familia, constituida por 9 hermanos, todos ellos colaborando con el proyecto. El nuevo paso ha sido ahora crear un restaurante ecológico en el que dar a conocer esta apuesta por lo natural y por la vida del campo.

Pero al restaurante de Rancho Cortesano no se va tan sólo a comer. Se va a vivir una experiencia. Si se desea la actividad puede comenzar con un desayuno de pan de campo y aceite. No falta tampoco la miel, ni algunos patés de verduras. No busque manteca colorá ni zurrapa, porque no los hay. Tras él se puede asistir a los talleres que hay cada jornada. Este sábado, por ejemplo, se hablará sobre las pastas italianas. Los asistentes irán al campo a coger las verduras con las que harán los platos y luego una experta elaborará ante ellos la pasta y algunas recetas. El domingo el taller es sobre los aceites de la Sierra de Cádiz.

El restaurante

Ya después el que desee se puede marchar o quedarse al almuerzo. El precio es fijo 12,5 euros por persona y 8 euros para niños. 2 platos y una bebida por comensal. Todos los detalles están muy cuidados. El pan lo hacen ellos mismos en el establecimiento. Los hay de varios tipos. Hasta las especias salen del invernadero donde se pueden ver los diversos ingredientes.

El proyecto lo ha desarrollado Paqui García Fernández, una de las hermanas de esta familia empeñada en demostrar las ventajas del mundo rural y el respeto a la Naturaleza. La cocina está a la vista del público, tan sólo separada por cristales. Las instalaciones son amplias, capaces de atender a a los 120 comensales que caben en el comedor interior y al número similar que se puede acomodar en la terraza.  Al mando de los fogones está Arrate Sarasola, una joven cocinera vasca que participa en el proyecto.

Imagen del comedor interior. Foto: Cosasdecome.

El funcionamiento del restaurante es bastante original. El primer plato se lo sirven los propios clientes. Junto a la barra hay un espacio para autoservicio. Allí se exponen zanahorias y papas aliñás, frituras de verduras, tortilla de patatas con tagarninas y puerros e ingredientes para prepararse una ensalada. Hay además fruta del tiempo para el que quiera tomarlas de postre o como aperitivo. Hay también están los panes: pan de polen,  de frutos secos e integral, además de varias salsas para acompañar la ensalada o algunos patés de verduras que se preparan.

El propio cliente se encarga de llevarselo todo a la mesa. Ya luego se elige un plato del menú y este ya si lo llevan a la mesa los camareros. La oferta es de más de una veintena de platos, una decena de ellos varían en función de la temporada y de lo que haya en el huerto. Así ahora en febrero hay garbanzos con cardillos, unas bolas de verduras con crema de calabazas, las primeras alcachofas con su huevo cuajao o una tarta salada de espinacas. A eso se unen platos de pasta, una tabla de quesos de la provincia, una lasaña de verduras o un arroz con verduras.

Hay platos de toda la vida como la sopa tomate o unos pimientos rellenos de tortilla de patatas junto a algunos platos de cocina internacional como un cous cous de verduras o de cocina vegetariana como unas albóndigas de soja.

Los vinos también son ecológicos. Hay también mosto y vinos de Jerez pero también refrescos convencionales y zumos naturales. Lo único que no está incluido en el precio son los postres caseros como la tarta de calabazas y nueces o el estofado de fresas con macedonia de frutas, helado y miel de azahar.

Pero las sorpresas no terminan ahí. Tras la comida la actividad continúa, para que los niños ni los mayores se aburran en ningún momento. A partir de las cuatro y media se sirven buñuelos con chocolate ecológico y miel y esto sirve para hacer tiempo hasta que se abre de nuevo el invernadero y allí actúa un cuentacuentos que ofrece su actuación a los presentes.

Paqui señala “que queremos que esto sea una vivencia, no tan sólo venir a comer. Queremos contribuir a comprender mejor la naturaleza, a que se conozcan los productos que se van a comer. Durante la mañana también se puede visitar el campo para que se vea donde se producen los productos que se van a tomar.”

Por el momento el restaurante sólo abre los fines de semana aunque está abierto para grupos el resto del día. Desde el establecimiento se indica que lo mejor es reservar “porque así podemos preparar mejor la oferta. Trabajamos con muchos productos frescos, de temporada y que reserven nos ayuda mucho”.

Horarios, localización y más datos de Rancho Cortesano, aquí.

Los hermanos García Fernández se ocupan de la gestión del Rancho de la Miel. Foto: Cedida por Rancho de la Miel