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Las croquetas del puchero de la pensión de Ana Mari

Publicado el Domingo, Febrero 13, 2011 por Cosas de Comé

Foto: Cosas de Comé

Foto: Cosas de Comé

Nombre del descubrimiento: Croquetas del puchero

Lugar Pensión Ana Mari (Calle Los Mártires numero 1, esquina con plaza de la Constitución. Teléfono: 956460043) en Villaluenga.

Día del hallazgo: 12 de febrero de 2011.

Tapatólogos descubridores: José Manuel Benitez Ariza y Mari Angeles Robles, tapatólogos de la demarcación de Puerto Real.

Apartado científico: Croquetología. Estamos ante una de las ciencias “madre” de la tapatología. Se han dado casos de “extasis croquetístico” incluso en algunos estudiosos tras probar ejemplares de categoría estelar. Es una ciencia al que algunos atribuyen cierto caracter místico, aunque a diferencia del monje, el croquetólogo no es “contemplativo” sino “jamativo” ya que se come todos los ejemplares de croqueta que se le ponen por delante. Una buena croqueta del puchero, señala el manual del perfecto croquetólogo, puede llevarte al nirvana en dos bocados. No debe confundirse nunca al croquetólogo, estudioso de la croqueta, con el croquetero, persona que acude a los convites con la finalidad de ponerse hasta arriba de este manjar de dioses sin aportar pecunio alguno. El buen croquetólogo acude a las “fuentes” con espíritu crítico analizando texturas, presencia de huevos batidos, panes rallados y detectando las cualidades de los tropezones interiores de las croquetas, su profunda vida interior. La croquetología se subdivide asimismo en tres grandes apartados: La Bechameltosis (estudio de las croquetas con bechamel con especial detenimiento en las de jamón) la croquetopucherología (estudio de las croquetas del puchero en sus varieadades de rellenas de carne o de pollo) y la fantasicroquetología o nueva croquetería aplicada que atiende a los nuevos fenómenos croqueteriles con rellenos muy imaginativos y, en ocasiones, tremendamente horteritos.  En este caso estamos ante un caso sobresaliente de croquetopucherología.

Narrar el primer bocado es difícil. Primero te crujen en la boca, fruto de la magia divina de la conjunción del aceite de oliva, el pan rallao y el huevo batido. Pero luego, cuando los dientes han cercenado la coraza croqueteril y penetran certeros en su interior, la esponjosidad de la masa te inunda la boca. Son delgadas y caen en dos bocaos por unidad. Por dentro se dejan ver los tropezones, minúsculos, de carne de pollo y unos toques de perejil, nada más. Eso, y un elegante saborcito de nuez moscada, el toque maestro de Ana Barragán Gutiérrez, 78 años, e inventora hace ya más de 45 años de esta maravilla. Fue allá en el Casino de Villaluenga, el primer bar que regentó la familia. Ahora, su hija, Ana María Franco Barragán las hace, con la misma fórmula, igual de buenas. Cada día lía una buena fuente, una a una, nada de máquinas. Señala que las hace a ojo “y no sé cuanto lo pongo de casa cosa, pero el 80% es pollo”. Eso sí, todo va muy picaito. Las croquetas se sirven, todavía quemando, en medias raciones o raciones enteras y también, para los amantes de sensaciones únicas, acompañadas de papas fritas y huevo de campo en el mismo estado. Tanto si se toman solas como si se toman con papa frita y huevo es fundamental acompañarlas con el pan de telera de Vicente Franco, el tío de Ana Mari. El panidaje es para que le escriban un artículo en el Niuyortain. De beber te ofrecen Cruzcampo fresquita en botellín (vulgo, un quinto). La pensión de Ana Mari abre todos los días.

Más detalles sobre este personalísimo restaurante de Villaluenga, aquí.

Vea aquí la receta de las croquetas de la Pensión Ana Mari

Otros platos de interés tapatólogico en la pensión de Ana Mari: las albóndigas en salsa, el arroz con leche.

En esta cocina, la de la pensión de Ana Mari, se frien estas inolvidables croquetas. Foto: Cosas de Comé

En esta cocina, la de la pensión de Ana Mari, se frien estas inolvidables croquetas. Foto: Cosas de Comé


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