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Jerez, brindis al sur

Publicado el Domingo, Marzo 1, 2009 por Cosas de Comé

El Gallo Azul, un clásico de Jerez para tomar un aperitivo al mediodía, en pleno centro. Foto: Cosasdecome

Hay dos jereces. Uno el de las afueras, el de las pedanías, el rústico, el de campo, el de la berza, el mosto y el pan de pueblo y otro el urbano, el del paseo por el casco antiguo, el de la copa de vino en una terraza al mediodía, el de los picos liaos que bordan en las panaderías, el del tocino de cielo, el de la nueva cocina que practican los cocineros jerezanos, los dos son igual de atractivos, se tocan, se arrejuntan y se pueden disfrutar a la vez.

Amanece. Si es de los que gusta de levantarse temprano merece la pena el desayuno en la venta de Cartuja. Rebaná de pan de telera hecho en el propio establecimiento y zurrapa de los chicharrones que hacen los domingos. A unos kilómetros en la pedanía de Cuartillos, el museo de la miel. Luego viaje a lo urbano, al centro de la ciudad, al mercado central de abastos. Justo al lado, en el Gallo Azul, un oloroso o un cream, dos de las joyas de los vinos de Jerez, para reposar las sensaciones y para ambientarse. La mañana es buena para visitar alguna de las bodegas donde reina la media luz.

Es mediodía. Ya están abiertos los bares de tapeo. Podría explicarles con miles de palabras que es el vinagre de Jerez, para que sirve, como se utiliza y cuales son sus virtudes. Pero más que explicarlo, mejor vivirlo. El vinagre de Jerez se vive, se disfruta y se comprende en las papas aliñás del Val de Pepe, junto a la avenida Domecq, en la zona nueva de la ciudad. Mejor disfrutarlas sentado, en la terraza con picos liaos, un producto panadero que ha hecho famoso Jerez.

En el centro otra parada, la cervecería de La Cruz Blanca. Pida una copa de fino y la carta, las dos cosas a la vez. Cambian la lista de exquisiteces casi a diario. Arriesgue porque vale la pena. Deje algún espacio libre para Rody, a pocos metros, en la calle Chapinería. Si hay berza, pídala y si no, sopa tomate., una variante de uno de los platos típicos de Jerez, el ajo campero.

Si es fin de semana y prefiere irse de “ventas”, los restaurantes situados al borde de la carretera, en las afueras de la ciudad, haga “parada” en El Albero. Te digo hasta el menú: Croquetas, menudo y rabo de toro, otro de los estandartes gastronómicos de la ciudad.

Dicen que el tocino de cielo, un dulce que traslada a otro mundo, nació como consecuencia del sobrante de yemas de las bodegas jerezanas que utilizaban la clara de los huevos para quitar las impurezas de los vinos. Quedaban sin usar grandes cantidades de yemas y de ahí surgió el milagro, con azúcar y una lenta cocción. La Rosa de Oro o la pastelería Jesús los interpretan a la perfección. Tarde, una terraza tranquila en una plaza de Jerez. Un brandy y a pensar en la cena. Si eres de carne, la Carboná. Si eres de pescao, La Marea de Marcos o El Bichero y si te gusta que te sorprendan con algo innovador, Albalá, del cocinero Ismael Ramos.

 

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