El tapatólogo Javi Osuna a través de facebook recomienda unos mejillones gallegos con infusión de algas que ha comido en La Marmita, un establecimiento de Cádiz.
Javi hace una extensa crónica de su visita al establecimiento:
“Anoche convié a un pibón con el que llevo veintisiete —caminito ya de veintiocho— a cenar. Quise salirme de la ruta clásica y rebuscar la calidad, escondidita entre calles. Me guié por un ojo experto que goza de toda mi credibilidad (Pepe Landi) y recalé en la Taberna La Marmita. Había reservado en el comedor de abajo. Acogedor. Tonos pasteles, azules y blancos. Suelo limpio, luces tenues con decoración informal.
— ‘Cucuruchos de guacamole y tartar de atún rojo’. Una delicia de combinación. Si bien, el tartar tenía un exceso de sal (y escribe un paladar acostumbrado a echarle la Salina de San Vicente a todo) y ridículamente pequeños. Ganarían aumentando tamaño y precio unidad, porque parecían de juguetes.
— ‘Gambones’ Servidos descabezados, a la plancha y envueltos de una ‘gabardina’ de tempura. Muy sabrosos, sólo que llegaron algo fríos, lo cual es muy fácil de corregir.
Y en esto llegó ‘la bomba de relojería’. El detalle que justifica estar ahí y haber elegido el sitio, porque hay trabajo, inventiva, género de primera, equilibrio de sabores y talento. Profesionalidad:
— ‘Mejillones gallegos con infusión de algas’. Todo lo que diga es poco. ¡Sencillamente se salen! ¿Recuerdan al crítico de ‘Ratatuí’, cuyos sabores le evocaban a su niñez? Pues eso. Es meterte el mejillón en la boca, con la salicornia, el placton y la lechuga de mar y le das un bocao a tu infancia, como si sorbieras una poza recién descubierta por la marea.
— ‘Pulpo a la brasa, coulant de patata y alioli de tinta’. Otra maravilla. La textura del bigote de pulpo crujiente por las brasas, con la patata tierna y sabrosa, hacen de este plato otro sobresaliente con matrícula bien puesta.
Servicio muy agradable. Atmósfera idónea para compartir confidencias y condimentos con tu acompañante. Precios razonables. Además: atrás mía, a niveles acústicos justos sin llegar a invadir conversaciones, sonaba un tío muy grande de Liverpool de gafas redondas que se llamaba John Lennon. Y otro además: me encontré a mi amigo ‘El Perita’ al que quiero una jartá.
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