Los huevos salvajes de la Venta El Casarón
Tapa
Los huevos salvajes de la Venta El Casarón
Tapatólogo descubridor:
Día de hallazgo
Descripción

El colegio ha tenido importantes debates a la hora de elegir el nombre de la ciencia para el estudio de los huevos fritos con papas. Algunos tortillólogos esgrimen que el huevo con papas no es otra cosa que una tortilla de papas deconstruida y quieren incluir su estudio entre sus competencias. Finalmente el Colegio ha decidido que el huevo frito con papas, por su historia e interés tapatológico, debe ser objeto de una ciencia independiente, la huevoponcia apuntillada. El adjetivo hace referencia a las puntillas que se forman en el extremo de la superficie que ocupa la clara del huevo al freírse. Finalmente la docta institución establece la posibilidad de establecer un segundo adjetivo: papaguardicionada, cuando se acompaña al huevo o los huevos con papas fritas o exenta, cuando el producto ovoide se presenta en soledad.

Los huevos salvajes de la Venta El Casarón son una evolución natural de lo que en tiempos pretéritos se llamó un plato combinado. Si bien ese tipo de platos eran, en la mayoría de las veces, especialidades de vamonó que nos vamos, en este caso el combinado ha evolucionado hacia la excelencia y es una verdadera obra maestra de la huevoponcia apuntillada. Estamos ante un caso de huevoponcia papaguardicionada dado que los huevos se acompañan de una fritá de papas de esas de escuela, blanditas por dentro y crujientitas por fuera. Pero es que los huevos se acompañan, además, de varias guarniciones. Primero lleva un par de lonchas de butifarra de Chiclana cortada muy finita y hechas a la plancha, con lo que quedan en estado cucurruita y le da un matiz diferente a la estrella chiclanera liberándola de grasas. Cuenta también con unos trozos de choricitos gallegos, tomate del huerto del establecimiento frito y, finalmente, un par de cucharadas de pisto de verdura que es otra birguería. Pero el estudio debe centrarse en los dos huevos que ocupan la parte central del plato. Son huevos de campo, de esos que provienen de gallinas que viven en libertad -en 40.000 metros cuadrados de terreno, para ser precisos- y que picotean por el suelo y no se alimentan a base de piensos. La consecuencia, una yema cremosa que más que mojar el pan cuando se mete en ella, lo inunda. Vamos, está tan cremosa, que hasta cuesta levantarla del plato (momento de exageración típicamente gaditana). El consumo de las yemas se atacó por parte de los inspectores mediante el método de mojado “a media rebaná” una prueba pericial aconsejada por el colegio y que consiste en sumergir la pieza panaria hasta la mitad en la salsa ya que si se introduce más se manchan los deditos. La prueba resultó tan satisfactoria que hubo que pedir más pan pa mojá. En cuanto a la clara se ingirió también mediante rompimiento con miajón de pan, un metodo que hace que la miga se impregne del aceitito. Bueno, quillo, vamo a dejarno de pamplina…que estos huevos teneis que probarlos, ya está. El plato se cotiza a 8 euros (febrero de 2021) y los autores de la obra son el cocinero Enrique Torres, que se ocupa de dirigir la orquesta para la ejecución del plato y Pedro Cepero, que elige la materia prima. Son los propietarios de la Venta El Casarón.