Lugar: Venta El Casarón (Carretera Medina – Benalup, km 3 – Los Badalejos -. Teléfono: 956417025) en Medina.
Día del hallazgo: Sábado 29 de octubre de 2011
Tapatólogo descubridor: Benjamín Colsa Salieto, tapatólogo y estudiante de Tortillología de la demarcación de San Fernando.
Panidaje: Aunque en una empanada no parece lógico el uso del pan el colegio hace una excepción en este caso y es que dado el carácter jugosito del relleno y “pa no perde puntá” se puede utilizar pan con el objetivo de rebañar la salsita sobrante tras la ingesta de la empanada. En la Venta te ponen pan de telera de la Venta El Soldao y una especie de chapata rural de la panadería de San Martín de Benalup.
Apartado científico: Empanadosia, ciencia que estudia las empanadas en toda su santa expansión.
Hubo un tiempo en que Benalup se hizo famoso por unas apariciones, pero ahora lo que se aparecen cerca de Benalup, concretamente en la pedanía de Los Badalejos son unas empanadas que te invitan más que al rezo es a coger el tenedor para meterle mano. Quién podría pensar que una de las mejores empanadas de la provincia de Cádiz se iba a encontrar en una venta situada en pleno campo, al lado de la carretera que va de Medina a Benalup, pero ya el tapatólogo Benjamín Colsa advirtió al colegio de la singularidad de su descubrimiento, reforzado luego por informes coincidentes de varios tapatólogos más. Lo primero que te llama la atención es el relleno rebosante de la porción, pero la empanada requiere varias reflexiones, pero sin pasarse, no se vaya a enfriá. La primera a la que hay que hacer mención es la masa, mucho más fina que las empanadas típicas gallegas y mucho más hojaldrada. Se presenta crujientita y ya es la primera gran sorpresa, pero luego los interiores que dicen que es lo importante en las personas y también en las empanadas, no se quedan atrás. Está más jugosita que un bizcocho borracho acabaito de bañarse y tan equilibrada que ninguno de los ingredientes sobresalen sobre el otro, hasta los chipirones se esfuerzan por suavisarse para no estropear el conjunto. Las características de la empanada se explican si se conoce a su autor: Enrique Torres, 64 años, gallego de Pontevedra de nacimiento, marino de profesión, ingeniero por estudios y cocinero por afición. Escucharle hablar sobre cocina es ya también disfrutar del plato. Más de 200 libros de cocina en las estanterias de su casa, muchos de ellos rodeados de apuntes y muchos viajes han hecho que la receta que le diera su abuela, Francisca Fontdevila, haya evolucionado bastante. La clave de la masa, crujiente y muy fina, está en que para elaborarla Enrique no utiliza manteca sino tan sólo aceite de oliva. La trabaja de tal forma que se acerca más al hojaldre que al pan. Y para el interior, Enrique señala que el secreto está “en bien encebollarla”, es decir que lleve mucha cebolla para que esté jugosa. Luego un poco de ajo, los chipirones traidos de la costa gaditana y un poquito de tomate frito que hace él mismo en la venta. Pero Enrique no utiliza una verdura cualquiera. Emplean la que recoge su socio Pedro Cepero que cuida con pasión un huerto situado detrás de la venta y donde se crían los tomates que utilizan para hacer el sofrito y más verduras, dependiendo de la temporada. La empanada también la suelen tener de sardinas y a veces la hacen incluso de calamares con un poco de chocolate. También hacen empanadillas, de las de la masa de la cocinera, que rellenan con originales masas como una de bacalao. La tapa, generosa, se sirve a cuatro euros. En la Venta no sólo se disfruta de lo que te ponen en el plato, sino también de la estética del establecimiento que simula un antiguo casarón de campo y también del agrado personal de Pedro, que se encarga de atender a los clientes. Los horarios del establecimiento los puede ver pulsando aquí.
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